Son cosas que, de tanto en tanto, suceden en el mundo de las celebridades: algún fanático se pasa de rosca y termina acechando a su ídolo...
Ahora le tocó a Justin Timberlake, quien no dudó en hacer una denuncia y solicitar una orden de restricción. ¿Contra quién? Una tal Karen McNeil, ferviente admiradora que se aparecía repetidas veces en la casa de la estrella pop, incluso al punto de entrar en su propiedad.
Un juez se hizo cargo del asunto y le ordenó a McNeil estar lejos de Justin durante los próximos tres años.
McNeil, quien se representó a sí misma en el caso, se opuso a la orden de la corte y presentó un documento escrito en el que dice que pensaba que ella estaba destinada a casarse con Timnberlake...
Justin, por las dudas, prefirió no presentarse en la corte. Además, actualmente, está trabajando en una película.
¡Qué locura! Dicen que es el precio de la fama.
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